viernes, 12 de julio de 2019

De: mi, Para: mí

La noche del pasado martes fue un poco pesada para mí, salí tarde de trabajar, en consecuencia encontré una extensa cola de  trafico camino a casa y por si fuera poco la guinda del pastel... una fuerte discusión con "alguien" que terminó en profundo silencio por el resto de la noche y así me fui a la cama.

En los últimos meses he aprendido a  cuidar el primer y ultimo pensamiento del día, a guardar mi corazón como dice Proverbios 4:23.  Así que esa noche medité en lo que había ocurrido y decidí que eso no iba a quitarme el sueño. Dormí muy bien.
Al levantarme antes de dar tiempo al recuerdo de la mala noche, me puse en oración y le pedí a Dios que me permitiera pasar el día en paz, que no permitiera que esa incomoda noche afectara el nuevo día, lo puse en sus manos y,  Él tan bueno como siempre es, me brindó un hermoso amanecer. 

Sé que no soy la primera o la única que llega delante de Dios a pedirle una ayudadita por haber tenido una mala noche o por querer un mejor día, somos muchos lo sé, sé también que a todos nos responde y nos da ese bienestar que tanto necesitamos. Pero también sé que no se trata solo de llegar delante de Él y dejarlo todo en sus manos, Él mismo nos ha mandado a ser esforzados y valientes. 

Por lo tanto, al terminar la rutina con mis niños, me dispuse a hacer algo por mi, más que llegar a dejar delante de Dios el problema y esperar a que él haga todo el trabajo para que yo me sienta bien y tenga algún motivo para sonreír,  y no porque dude de Él, sino porque creo que  somos responsables de nosotros mismos y debemos ser intencionales en encontrar nuestra felicidad. A veces creemos que es obligación de Dios o de otras personas, es más demandamos de ellos, incluso nos ofendemos o deprimimos por no hacernos sentir bien o alegrarnos el día y nos olvidamos que quien debe provocar esa felicidad en nuestra vida somos nosotros mismos. 

Regresando de dejar en el colegio a mi Guapo, paré en una venta de flores, habían diferentes tipos, todas muy lindas y olorosas, había variedad de colores y hasta un equipo de abejas haciendo su labor polinizadora, era un cuadro digno de contemplar. 

La propietaria al ver que me bajé del carro de inmediato se acercó a ofrecerme su producto y con mucho entusiasmo decidí cuales llevaría, sí ¡Compré un ramo de flores para mí! surtí en tres colores la media docena de gerberas que escogí una por una, pedí que las colocaran en el ramo a mi gusto, pagué y me subí al carro de nuevo.

Las coloqué con mucho cuidado para que no se dañara un solo pétalo y antes de entrar a mi oficina hice una ultima parada en la tienda de manualidades y compre un listón para decorar el ramo, por supuesto, de mi color favorito, ese que tanto me alegra. Yo misma hice el moño, lo ajusté y coloque en el florero que tenia años vacío en mi escritorio, quedaron bellisimas al lado de mi computadora. 

Cuando entré a la oficina no tardaron en preguntarme, ¿Quien me las había regalado? hubieran visto ustedes el gesto de sorpresa cuando les respondía que yo misma las había comprado. Es más, me atrevo a decir que ni siquiera me creyeron pero ese ya  no es mi asunto.

Mi punto de todo esto es que más que las propias flores el hecho de hacer algo que a mi me agradara, algo que yo sabia que me iba a alegrar, algo que era totalmente a mi gusto, algo que venia con lo mejor de lo mejor, el amor propio, fue lo que me llenó de felicidad. 
Me dije, ¿Por qué cuando alguien más se siente mal hacemos de todo para mejorarle el rato y cuando nosotros estamos mal no hacemos algo? ¿Por qué esperar a que sea alguien más quien traiga las flores? ¿Por qué hablamos de dar lo mejor de nosotros a otros y nos olvidamos de dárnoslo  a nosotros mismos? 

Hagámonos felices, compremos flores, pongamos buena música, tomemos un buen café o lo que sea que nos guste pero antes de intentar hacer feliz a alguien más, hagámonos felices a nosotros mismos. 







2 comentarios:

  1. Muy cierto, a veces nos ocupamos y preocupamos por los que están a nuestro alrededor que nos olvidamos de nosotros mismos. Lo practicare

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