Hace unas semanas recibí una orden de trabajo con calidad de urgencia y luego otra y otra y otra hasta que el ritmo de trabajo se volvió tenso. Mi interés más que vender es atender las necesidades de mis clientes y obtener la remuneración necesaria para suplir las mías. Así que aquí a nadie se le dice que no, a todos buscamos una solución. Entre orden y orden el día fue avanzando y los minutos parecían no durar, cada segundo sumaba o restaba. El día terminó, cierta satisfacción y cansancio nos acompañaba y decidimos que mañana empezariamos muy temprano para terminar con lo que faltaba.
Así lo hicimos, al día siguiente y muy puntuales iniciamos para terminar con los pendientes, en esas estábamos cuando apareció uno de nuestros clientes, ¡Oh! Una de las órdenes en proceso de finalizar era la que el cliente estaba tratando de recoger, me dispuse a explicar a tan apresurado caballero que aun faltaban unos minutos para que su orden estuviera lista cuando éste explotó, sí, literalmente rompió en gritos, ante lo cual, respiré profundo y me disculpé, claro está, nos habíamos comprometido y debimos cumplir, no tuve oportunidad de hacerle comprender a mi cliente que realmente estuve ocupándome de hacer que a todos se les entregara el trabajo y que además era temporada alta lo que había ocasionado que pasara totalmente por alto llamarle e indicarle que necesitaba que llegara al menos media hora más tarde de lo que habíamos acordado. Ver a mi cliente furico me paralizó, tomé aire y le pedí una profunda disculpa, le cedí la razón y pedí a mi equipo que el trabajo fuera terminado lo antes posible y así fue. Durante el día estuve esperando a que mi cliente regresara y para mi sorpresa no llegó, caí en cierta confusión y me cuestioné su actitud, pensé que era innecesario presionarme de tal modo para luego dejarme con el trabajo "tirado" luego me dije a mi misma, si hubiéramos tenido el trabajo listo, me hubiera ahorrado el mal rato pero tampoco fue intencional así que esperaríamos a que el cliente regrese y así salir del compromiso.
La mañana siguiente iniciamos muy temprano como es costumbre, seguí con lo que el día iba pidiendo hasta que, de nuevo apareció mi cliente, esta vez con una tenue sonrisa, ahora era el quien llevaba en la mirada una profunda disculpa hacia mí, la acepté y le afirmé que él tenia razón pues habíamos ocasionado retraso en su planificación de trabajo, el cliente insistió en que no era la actitud correcta y me comentó que su reacción de debía a que había llegado en un mal momento pues estaba teniendo un mal día a tal punto que, después de recoger el trabajo que yo le estaba entregando iría de camino hacia la morgue para identificar un cuerpo sin vida. ¡Me impactó! presenté mis condolencias y de nuevo respiré, me disculpe una vez más y no sentía que fuera suficiente para hacerle entender a mi cliente que era razonable su actitud. Cuando salió no pude hacer más que darle gracias a Dios por haber tapado mi boca o refrenar mi actitud y no pedirle al señor que calmara su elevado tono de voz, sin duda que fue Él quien me hizo entender que debía ser amable a pesar de las palabras ofensivas que mi cliente emitia en nuestra contra. No hubiera soportado saber que lejos de atender su necesidad de mis servicios contribui a que viviera un pésimo día. Insisto, gracias a Dios contuve mis palabras y pude ser amable.
Unos días después yo tuve complicaciones con mi carro, tenia que lidiar con mis horarios, las tareas de mis hijos, contratar mecanico, ir y venir con loncheras, mochilas, pedir halón y sumarle que nunca falta la piedra en el zapato en cuanto a trabajo se refiere era tedioso, pero adonde iba recibia sonrisas y cordiales saludos, que me alentaban a sonreír y escuchar en varias ocasiones frases como "Es usted muy amable" me hacían pensar, -no se imaginan como ando- pero me estimularon mucho y me hicieron recordar a aquel cliente que comparando su situación con la mía, no era nada grave lo que yo estaba atravesando en ese momento.
Hoy más que nunca estoy convencida que nos es extremadamente necesario ser amables, nunca nadie puede imaginarse lo que una persona ajena esta viviendo, nadie absolutamente sabe la batalla que esa persona agresiva, malhumorada y encarada que nos pita en el trafico o ese cliente exigente está atravesando, no podemos predecir en que momento vamos a enfrentar una crisis y vamos a necesitar que la sonrisa y amabilidad de otra persona nos ayude a menguar la angustia de ese momento.
Cuanta verdad y cuan útil nos seria entender en el corazón lo que Proverbios 15:1 nos dice, La blanda respuesta quita la ira; Más la palabra áspera hace subir el furor.
Creo que la amabilidad también va de la mano de la felicidad, lamentablemente no todos llevamos dentro esa felicidad que nos hace sonreír al mismo tiempo, hay etapas de la vida en que muchos llevan dolor o tristeza, preocupación, angustia todos esos sentimientos que pueden llegar a bloquear esa felicidad que genera amabilidad, así que tomé nota y estoy aprendiendo a poner por encima de mis malos ratos mi propia felicidad y ser amable para mí y para todo aquel que venga y este teniendo un mal rato :).